A medida que aquí nos encontramos, adentrándonos más en el siglo XXI, estamos simultáneamente entrando en una era que está siendo fundamentalmente esculpida y diseñada por la ósmosis entre las tecnologías emergentes y el mundo de las start-ups. Dicho de una forma sencilla, una cosa es segura: no hay sector, ni industria, ni área del mercado empresarial que no se vea sacudida por el avance incansable de las nuevas tecnologías.
Para poder elucidar cómo las tecnologías emergentes están afectando la inversión en start-ups, primero necesitamos desglosar lo que significatecnología emergente. En resumen, se refiere a aquellas tecnologías que están en la etapa inicial de su vida útil y que tienen un potencial sustancial para impactar en la sociedad y en la economía. Algunos ejemplos de esto son la Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), la realidad virtual y aumentada (VR/AR), la robótica y la cadena de bloques (blockchain).
El término start-up inicialmente se refería a empresas emergentes con un crecimiento explosivo que dependían de la inversión de riesgo. Hoy en día, el término se ha extendido para abarcar cualquier empresa emergente que esté intentando interrumpir un modelo de negocio establecido o aprovechar una tecnología emergente para abrirse paso en un mercado existente. Visto desde la perspectiva de la inversión, las start-ups son atractivas porque ofrecen la oportunidad de capitalizar en un crecimiento exponencial.
La belleza de la intersección de tecnologías emergentes y start-ups es que pueden desbloquear oportunidades de inversión verdaderamente únicas. Empresas como Uber, Airbnb y Tesla, no serían más que chispazos de ideas sin la confluencia de tecnologías emergentes y nuevas formas de hacer negocios.
Las tecnologías emergentes no sólo están cambiando el panorama de la inversión, sino también la forma en que vivimos y trabajamos. La clave para navegar este emocionante panorama es la educación continua y el mantenimiento de una mentalidad abierta y curiosa.